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lunes, 16 de marzo de 2020




La soledad

El hombre puede aceptar una semana de sed, dos semanas de hambre, muchos años sin techo, pero no se puede soportar la soledad.
 -Paulo Coelho-

          Todos nos hemos sentido solos alguna vez, y eso es algo que está bien, pues pasa a todas las personas. Actualmente la soledad, quienes muchos de forma incorrecta le llaman la enfermedad del siglo XXI, se le tiene estigmatizada como problema de primer mundo, esto es muy grave, sobre todo si consideramos datos como los recogidos por la BBC en 2018 en su estudio sobre consecuencias de la soledad y su relación con los jóvenes, donde entrevistaron grupos de varias culturas, y comprobaron que el 40% de los jóvenes entre los 16 y 24 años se sienten en soledad.

Que la soledad sea un problema actual quizás pueda resultar contraintuitivo, ¿Por qué habría más soledad hoy, si estamos en la época con mayor accesibilidad a medios de comunicación? La respuesta puede estar en las dinámicas de uso, a diferencia de las interacciones en persona que suelen ser más provistas de profundidad y significado, los medios de comunicación no logran transmitir la calidez e intimidad humana, y con la creciente constante de su uso en jóvenes de forma excesiva, es cuestión de tiempo para hacer sentir solo a cualquiera.

Ahora bien ¿qué es exactamente la soledad?, contrario a lo que se tendría como un primer pensamiento, la soledad no refiere a literalmente estar solo, puedes estar en una habitación rodeado de 50 personas y aun así sentir la mayor soledad, eso porque es en realidad un estado mental en el cual una persona siente tener menos contacto social, y relaciones de confianza de los que quisiera o necesita.

La soledad es algo real y ha estado con nosotros casi desde el inicio de la humanidad. Hace miles de años, solo podíamos sobrevivir al establecer lazos y relaciones, como familias y tribus que nos proveyeran de protección y ayuda mutua, esto se quedó guardado en nuestro material genético en forma de “dolor social” con la función de recordarnos renovar las conexiones sociales necesarias para la supervivencia. Pese a ello, la sociedad a lo largo de la historia se ha individualizado cada vez más. Desde la Edad Media con el absolutismo de los reyes; en la Edad Moderna con la expansión científica y artística que dio origen al humanismo; en la Edad Contemporánea la revolución industrial y el capitalismo económico fueron los ejes centrales de este periodo histórico. Y por su parte en la actualidad el consumismo e idealizaciones del individuo son de lo que más se ve.

Es importante mencionar cuan dañina resulta la soledad, pues mucha gente no se da cuenta que va más allá de estar solo y triste por un rato. Puede llegar a ser crónica, y acarrear problemas de salud mucho más graves de los que se podrían imaginar: Un estudio de Brigham Young University de 2010 encontró que la soledad acorta la esperanza de vida por 15 años, así como relaciones entre este estado emocional y una amplia variedad de problemas de salud como obesidad, diabetes, ataques al corazón, degeneración neuronal y hasta cáncer; además de subsecuentes padecimientos psicológicos como insomnio, depresión y abuso de sustancias.

Cuando una persona se encuentra en un estado así de vulnerable, es de esperar que cambie su comportamiento, el estudio “Evolutionary Mechanisms for Loneliness” sugiere que la soledad afecta al cuerpo estriado del cerebro, así como al sistema de recompensa. Esto provoca más susceptibilidad a la persona de sobre interpretar cualquier tipo de estímulos que se le presenten, y a su vez tender a verse más afectado por lo negativo, esto posteriormente induce a la persona a un modo de “autoprotección” por así llamarlo, un ciclo vicioso donde uno se siente solo y por ende rechaza a sus seres queridos para protegerse, hasta que estos dejan de acercarse, y eventualmente la soledad se vuelve peor.

Se puede llegar a la soledad por muchos motivos, y como ya ha sido mencionado, a todos les puede pasar. Normalmente se piensa que las personas con bajas habilidades sociales o los adultos mayores sufren de soledad, cuando no es así. A veces un simple mal momento y la falta de un ser querido a tu lado puede ser el detonante necesario para la soledad, o una carga emocional lo suficientemente pesada, pero hay una infinidad más de causas. Se ha probado incluso que la soledad puede ser contagiosa, y ahora se le empieza a considerar como una epidemia entre la población más joven.

Pero ¿qué se puede hacer?, lo primero es la aceptación, muchas veces tratamos de ignorar u ocultar estas sensaciones negativas, pero siempre hay que tener en cuenta que son perfectamente naturales. Tienes que hacer un trabajo de introspección y descubrir en que centras más tu atención, ¿sólo las cosas malas que te pasan e ignoras lo demás?

Analiza que es en concreto lo que te hace sentir mal, que está generando tu malestar, la causa primera. Trata de abordar tu situación y entenderla desde otra perspectiva, como si se tratase de una tercera persona. 

¿Ya no te abres a los demás acaso? tienes que hacer el intento al menos, cambiar ese comportamiento autodestructivo. Si aun así no sientes estar logrando nada, tienes que pedir ayuda, todos somos únicos en nuestra forma de ser y puede que sólo un poco de reflexión no te sea suficiente, así que pide ayuda, hacerlo no es un símbolo de debilidad, si no de coraje y al final es para tu propio bienestar.

Considero este tema muy importante de abordar porque hoy en día ya no se habla de la soledad con el estigma de antes, pero se ha llegado al extremo de considerarlo banal. Ahora que se ve la romantización de enfermedades y padecimientos mentales en los medios, si bien se ha logrado destruir el tabú, ahora se les resta la importancia que merecen, cosa inaceptable por su índole urgente de cambio. Por favor sigamos hablando.

Enrique Franco Lizama
Alumno de segundo año de preparatoria

lunes, 27 de enero de 2020



Podemos perdonar a un hombre por hacer algo útil siempre que no lo admire. La única excusa para hacer algo inútil es que uno lo admire intensamente. Todo arte es completamente inútil.​ - Oscar Wilde


¿Lo inútil puede ser algo ilustremente beneficioso?


El arte es la ciencia de lo inútil, lo que está inútilmente añadido a la pura necesidad ya es arte, pero ahora bien, ¿qué piensa usted de las artes?. Esta fue la misma pregunta que el psiquiatra le hizo a Alicia Gould, que sugiere que entre más sublime mayor su inutilidad, el Dr. le pidió explicarse y con mucha razón, ¡claro está!

El arte es un tema que es inherente a la humanidad, este depende de un elemento distintivo de fuerza creativa, el arte se caracteriza por una apelación al sentido de la belleza. Sin embargo existe también otra consideración del arte en la se considera difícil establecer la diferencia entre un objeto eficaz y otro elaborado con fines artísticos.

Así mismo surge la incógnita del surgimiento del arte, pues mayoritariamente las grandes obras hechas por el hombre son creadas para satisfacer necesidades básicas, por lo que entendemos al hombre como un ser lógico, pero ¿realmente lo es siempre?, pues se sabe que el hombre creó el arte.

Para encontrar cierta lógica a esta incógnita se emplea un método, llamado “Las atribuciones causales” que son las formas en las que atribuimos las causas de un suceso y en cómo nos explicamos las cosas que nos pasan, que en este caso referente al arte, es cómo explicaríamos las cosas que pasaron antiguamente que dieron el surgimiento del arte. Entonces, ¿a qué le podemos atribuir al arte?

En este tema de lo inútil es preciso destacar las categorías del mismo, en él existen dos categorías de lo inútil; la de aquello que fue creado para ser útil y al final no lo es y la de aquello que, como el arte, que actualmente es creado para ser un fin en sí mismo. Un fin en sí mismo, es algo que tiene valor por la simple razón de que se lo otorgamos, sin importar si están supeditado a fin ulterior. Como por ejemplo, los celulares inteligentes puede servirnos para hablar con el hombre o la mujer amada, pero esto ¿para qué sirve? o bien en el siguiente ejemplo sólo puedes elegir uno: un hombre toma el metro subterráneo para ir a la ópera y se pregunta: ¿cuál es más útil, el metro, el automóvil, el tranvía o la ópera?


Aunque el arte es armoniosamente irracional no cabe duda que desde las pinturas rupestres, las esculturas y demás objetos de arte del Paleolítico representan una creación artística de una destreza y belleza extraordinaria.


Es preciso recordar que las sociedades prehispánicas así como en las sociedades modernas, las actividades culturales estaban completamente entregadas a la vida cotidiana; por consiguiente sería un error olvidar las formas del arte y cómo han aflorando ramas a través de nuestro desarrollo humano pues también existe la gastronomía, la alta costura como arte visual, la literatura que ahora es adaptada en la cinematografía, etc...


Por lo tanto, el humano se crea necesidades muy alejadas con su subsistencia, no le basta con alimentarse, la condimenta de modo que añaden placer a la satisfacción de su necesidad, no le basta con abrigarse, la confecciona con formas y colores. No se contenta con cobijarse, sino que construye edificios con líneas armoniosas y caprichosas que exceden de la necesidad lo cual no ocurre con la guarida del zorro, la madriguera del conejo o el nido del ave. ¿De qué le sirve al estómago una salsa a la mexicana bien picosa? Pues bien, todo eso que está inútilmente "añadido a la pura necesidad", ya es arte...​ ​La gastronomía, la hoy llamada alta costura y la decoración son las primeras artes creadas por la humanidad, porque representan los excesos añadidos a las necesidades primarias y básicas de comer, abrigarse y protegerse.

Bien es cierto que el arte en sí no satisface alguna necesidad básica, no sacia la sed ni el apetito, no proporciona abrigo ni perpetua nuestra especie. Es más como un capricho hermoso que responde al gusto y deseo de expresar nuestra subjetividad; los poetas exponen en versos inventos o recuerdos, los músicos crean vibraciones en el aire para crear acordes y sonidos, los actores fingen una esencia ajena y los escritores de ficción fingen por placer.

Entonces dicho esto, ¿podríamos prescindir de las artes?. Pues no tenemos una razón para no limitarnos de nuestras necesidades básicas, pues más allá de la biologia el humano no tiene un preciso sentido de ser y sin embargo, ¿qué sería del mundo sin estos ornamentos que llamamos arte? nos limitariamos precisamente a conocernos y darnos a conocer. Esto es justo lo que nos enseña el Soneto 18 de W. Shakespeare en el se recita:
“vivirás mientras alguien vea y sienta y esto pueda vivir y te dé vida.”


Es así como el arte puede llevar a un nivel más trascendental a la persona, por medio del sentir.

El arte y sus formas guarda un potencial alucinante; manda mensajes, genera emociones, forma estereotipos, forma ideas, forma identidades, afrontar realidades difíciles e inspirar todo tipo de pensamientos.


El arte por sí solo no puede salvar al mundo, pues no te oxigena los pulmones, no te palpita el corazón ni te transpira por la piel, pero es un elemento importante de la determinación humana para mantenernos “latentes” y audaces, para mantenernos fuera de una vida cíclica, para crear algo que salga de las necesidades básicas. Por ende, orgullosamente podríamos decir que la grandeza de un hombre, la propia grandeza de un pueblo, se mide por medio de las cosas inútiles que, apasionadamente, acopia, por lo que llamamos su cultura.


Finalmente quiero concluir con la razón y el sentido de ser del arte que he descubierto:
La belleza inevitablemente efímera puede doblegar al humano más irracional, pues cuando entendemos que todo tiene un fin parece como si comprendiéramos el todo, como algo muy bello y con gracia; pues respecto a la belleza efímera señalaría desde las flores hasta las estrellas pues las flores cuya cuota por ser hermosas es la muerte temprana y las estrellas que embellecen el firmamento se extinguen, así podríamos considerar a la vida como la más bella de todas por lo tanto, todo lo profundamente bello tiene un tiempo pasajero pues como la vida y el arte en general todo es efímero...

Hanya Camacho Lizarraga
Alumna de tercer año de preparatoria

lunes, 1 de abril de 2019

La guerra en nuestros corazones



La guerra en nuestros corazones


“La bondad es la única inversión que nunca falla”.
-      Henry David Thoreau
Dolor y temor, son sentimientos que podemos percibir día a día en nuestra sociedad; el simple hecho, de poner un pie fuera de nuestros hogares, significa entrar en contacto con cientos o miles de distintas historias, en las que predominan sentimientos tales como la ira, el rencor, la tristeza o la desesperación.

Con observar, es suficiente para darnos cuenta de la tragedia, de historias de millones de niños y niñas en las calles, vendiendo artículos como chicles o paletas, en lugar de estar preparándose académicamente; señores o señoras que viven en situaciones de calle, los cuales, muy probablemente son el padre, la madre o el abuelo de alguien y que a pesar de ello, al día de hoy, pasan sus vidas solos por las avenidas y las calles de las ciudades, sin saber a ciencia cierta, qué les deparará el mañana.

Finalmente, nos encontramos con mucha, pero mucha gente, que vive situaciones de violencia, a la luz de nuestros ojos, prestando atención, puedes entender que en más ocasiones de las que te imaginas, eres testigos de agresiones violentas y de maltrato en familias, noviazgos o hasta en las mismas amistades.

A pesar de la complejidad de estas circunstancias, el problema no termina ahí, para razonarlo, de una manera más clara, mi pregunta es, ¿por qué muchas veces, al observar estos fenómenos en nuestra vida diaria no hacemos nada para cambiarlo?

En realidad, puede haber mil respuestas para esta pregunta, pues considero que por lo menos la mayor parte de las personas entendemos que, en primer lugar, no es nada fácil acercarte a un extraño a hablarle si quiera, además de que en la mayoría de las ocasiones, uno mismo está buscando la subsistencia propia y de su familia o nos encontramos con ideas tales como, “¿por qué me voy a meter?, es su problema”:

Estas son posturas que si bien, son totalmente entendibles, dificultan el avance de nuestra sociedad, ya que son estas ideas o premisas las que nos impiden acercarnos a nuestro prójimo y brindarle la ayuda que necesita.

Cómo no nos hubiera encantado, que en esos momentos de dificultad, hubiera habido alguien que nos ayudará, que hiciera una pequeña obra por nosotros y sin embargo, muy probablemente, en su momento, nadie lo hizo, nadie se armó de valor para ayudarnos en esa dificultad, pero en esta ocasión,  nosotros, si así lo decidimos, podemos ser el cambio que una persona necesita para continuar con su lucha. 

Sé que no es algo fácil, pues vivimos en un mundo muy complicado, en donde las relaciones son difíciles y la gente confía cada vez menos, es esta guerra en nuestros corazones, que ya lo tiene cansado, sin ganas de luchar y en conflicto con las circunstancia de la vida. 

Es esta guerra interna, la que nos impide creer y amar a las personas con toda la capacidad que tenemos, es esta la que nos trae el temor, el hecho de rehusarse a querer y a proteger a aquellas personas que aunque no conozcamos, guardan un lugar de respeto y de valor en nuestro corazón, por el simple hecho de ser personas.

Así que, el día de hoy los invito, no a que pensemos que debemos revolucionarnos y modificar completamente nuestro estilo de vida; no digo que esto deba ser así, simplemente, invito a que el día de mañana, podamos ver en cada día una nueva oportunidad de amar y respetar a las personas que más lo necesitan, te invito a que cada día, vivas este sentimiento de paz, de ternura y de cariño, que nos brinda el saber, que hay una esperanza en el mundo y que podemos ser nosotros los actores que contribuyan a que esta idea de ayuda y contribución, deje de ser un sueño y se convierta en una nueva realidad, en la realidad de una sociedad de respeto, de trabajo y de amor por nuestros sueños.


“Sé el motivo por el que alguien sonríe. Sé la razón por la que alguien se siente amado y cree en la bondad de las personas”. 

-      Roy T. Bennett

Christina Reyes Cantú 
Alumna de 2o año de preparatoria


martes, 19 de marzo de 2019





LA NATURALEZA DEL AMOR


“El amor no tiene cura, pero es la cura para todos los males”
Leonard Cohen

Suena cursi y probablemente lo sea, pretendía buscar otros temas pero ninguno era suficiente para el contexto en el que vivo, ya que se encuentra lleno de amor.

Tenemos la fortuna de tener una escuela con un buen ambiente, y una familia que nos quiere y nos apoya con los estudios, y ambos velan por nuestro bienestar. En un plano más amplio tenemos amigos, vecinos y gente en general que nos rodea con las mismas condiciones, oportunidades y forma de ver la vida, con ello tenemos un entorno bueno y plagado de amor.

Pero, ¿qué es el amor? la palabra surge del latín amor, amōris y es pariente del verbo latino amāre, del que se deriva nuestro verbo amar. La más remota raíz de la palabra amor procede del indoeuropeo am-, que significa 'madre', y que también vendría a ser la raíz de palabras como amigo o amistad. Es decir, que la naturaleza del amor está en nuestra sociedad desde civilizaciones antiguas, y ha sido un tema polémico para físicos, sociólogos, antropólogos y filósofos.

El amor es una energía que mueve al mundo, eso tenlo por seguro. Nos hace sentir vivos y es el único sentimiento que cuando surge, nos exime de la muerte, por el momento de su duración, que puede ser eterno. 

Aunque el amor ha cesado guerras y ha resuelto problemas también los ha causado, como la guerra de Troya y la guerra Santa. Pero al mismo tiempo, dentro de los grandes conflictos bélicos que se han generado en la historia de la humanidad encontramos cariño, amistad y afecto, por ejemplo; las cartas de amor de los soldados durante la Gran Guerra y la Segunda Guerra Mundial o todas las historias de amor y de coraje que se dieron en la Guerra de las Malvinas y para un conflicto más resiente lo que se ha dado en Siria donde las historias de amor nos inundan. Es un hecho que dichos conflictos aunque han dejado una ola de devastación, dichas historias que surgen entre los escombros sirven de aliciente y esperanza para todos.

Lo que sí es un hecho es que sin esta emoción, sentimiento, o energía probablemente no nos esforzaríamos día con día y nuestra relación con lo que nos rodea sería robótica y monótona.

De tal suerte que el amor puede liberarnos, así como puede atarnos, y como todo lo bueno en la vida, requiere esfuerzo y valor, porque amar y ser amado es un acto de valentía. Hablo del amor a los seres cercanos, a los lejanos, y a todo lo que nos rodea. El amor no es una obligación, es, simplemente, una decisión.


Paloma Olenka Borys Visoso 
Alumna de segundo año de preparatoria