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lunes, 18 de noviembre de 2019



“México es un hermoso país, uno de los más hermosos de la Tierra; pero está todavía en construcción y lo que importa es terminar la obra y cuanto antes mejor”. 
Jesús Silva-Herzog, economista y político. 





Cambiar el país en seis años ¿Es posible? 




Me apasiona mi país, hoy escribo porque veo un México con personas que se quejan, un México herido por las faltas cometidas por las autoridades, un país donde ya no quedan más ilusiones por la incertidumbre de un futuro certero. 

No profeso partido político, no estoy en postura de juzgar lo que es correcto o lo que es errado, pero soy una joven mexicana que se ocupa por su país; sé lo que quiero para él; sueño con ver a los mexicanos unidos luchando por sus ideales y no a un país que sólo se queja o se mofa con memes por diversas redes sociales. 

Respondiendo a mi pregunta inicial: ¿Se puede cambiar el país en seis años?  Para muchas personas esto parecería imposible, en un sexenio no se pueden borrar 80 años de ideales políticos y sociales que se han arraigado en él; infinidad de reformas, tantas y diversas metodologías, diferentes procesos socioeconómicos de más de ocho décadas; por lo tanto; resultaría muy complicado creer en un cambio radical en tan sólo un sexenio. 

Llevamos años actuando con el mismo conformismo con el que nos han catalogado países vecinos, porque hemos creído que lo que aparentemente funciona bien, no tiene por qué cambiar, sin embargo, muchas interrogantes quedan al aire sin tener respuestas a ellas, por ejemplo: Primero ¿Qué entendemos los mexicanos al decir “Las cosas funcionan bien”? ¿Podemos hablar de bienestar en el país cuando vemos a un sector de la sociedad que goza de grandes lujos y tres cuartos de población sufre por hambre? ¿Estamos bien cuando cientos de familias viven en condiciones paupérrimas de vivienda? ¿Se puede hablar de tranquilidad cuando salimos a la calle y tenemos la incertidumbre de que regresaremos al hogar? ¿Estamos bien como país sabiendo que en el área de salud los recursos no están bien utilizados? Desde mi punto de vista, lo anterior no es correcto ni justo para ninguna población. 

Ahora bien, nuevamente pensemos en esas situaciones mencionadas e invito a reflexionar nuestro quehacer como ciudadanos. Definitivamente estamos haciendo muchas cosas que no nos ayudan, puesto que las autoridades distraen con cortinas de humo diversas noticias que vienen a ocultar sucesos que los involucran y no los difunden con la verdad. 

¿Por qué a muchos ciudadanos, hace un año, ilusionó la promesa de un cambio? Porque a pesar de muchas circunstancias, en nuestro país viven personas con valores e ilusiones, aún encontramos mexicanos que respetan decisiones y puntos de vista diferentes; que la democracia, a pesar de todo, se hace valer en estos días de angustia. Estoy consciente que el cambio no se va a ver radicalmente, porque, para una metamorfosis total, tienen que pasar días de esfuerzo, meses de tener ganas de querer salir adelante, años de lucha y realmente no sabemos cuánto tiempo tenga que pasar para ello. 

Pero basta de estar burlándonos de lo que sucede, nos debe motivar las ganas de querer salir adelante y construir un México mejor, y justamente, esta es nuestra oportunidad, ¿por qué no imaginar que éste es un buen sexenio para sentar las bases para un futuro cambio y que las próximas generaciones lo puedan vivir? 

No debemos dejar que todo el cambio que queremos recaiga en una sola persona, comencemos nosotros mismos, con nuestra familia y amigos, seamos educados y respetemos la democracia. 

Es que realmente el cambio se puede marcar con acciones muy sencillas, como el saludo cordial, el ser amables, honestos, puntuales, responsables de nuestros actos, amorosos, tolerantes, cuidando lo que tenemos y sobre todo amándolo. Si, porque solo unidos como ciudadanos podemos lograr una reconstrucción de México, un mejor país para todos. 

¡Juntos podemos lograrlo!


Artículo escrito por: Yulissa Mendoza 
Alumna de segundo año de Preparatoria 

lunes, 24 de octubre de 2016

Calladitos se ven más bonitos

Con el paso del tiempo se ha podido comprobar que la democracia es el sistema de gobierno más adecuado que un país puede adoptar. Claro ejemplo lo tenemos con nuestros vecinos del norte los Estados Unidos, que gracias a la democracia han podido mantenerse cómo los líderes del mundo. Cabe mencionar, que nuestro México lindo y querido también optó por este sistema, desde hace ya un par de siglos.

Según la Real Academia Española (RAE), la Democracia es la forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por los ciudadanos. Recalquemos que dice que el poder es ejercido por los ciudadanos, no por un congreso, ni por los dueños de los medios de comunicación, ni mucho menos por un presidente. La democracia también dicta que todos los ciudadanos gozan de libertad y poseen los mismos derechos, esto quiere decir que si algo no nos parece tenemos el derecho, la libertad e incluso la obligación de decírselo a nuestros representantes, ya que a final de cuentas somos nosotros (el pueblo), los que debemos ejercer el poder.

Entonces nos preguntamos, ¿por qué cuando nuestros gobernantes hacen algo que no nos parece, nos quedamos callados y no les hacemos notar que están violando nuestros derechos y abusando de un poder que nosotros mismos les otorgamos? Espera un momento. ¡Por supuesto que sí lo hacemos! Eventualmente uno como persona se llega a cansar de que le vean la cara una y otra vez y por consiguiente se queja y se une con más gente para manifestarse y exigir lo que se merece, exponiendo las injusticias que el gobierno se da el lujo de hacer de una forma descarada. Ahora, un buen gobierno escucharía y actuaría de acuerdo a las demandas de la sociedad. ¿Acaso eso es lo que el gobierno mexicano hace? NO. El gobierno mexicano calla, y no le importa si tiene que llegar a la violencia física con tal de poder mantener calmadas a las masas para así seguir haciendo lo que se les antoje.

¿No que vivimos en una democracia? Creo que para nuestro gobierno encajaría mejor la definición de la RAE que dice “abuso en grado extraordinario de cualquier poder, fuerza o superioridad” es decir la de tiranía.

En México se han vivido y se siguen viviendo atroces acontecimientos los cuales aún no cicatrizan, y probablemente nunca lo harán. Entre ellos están la matanza de Tlatelolco, probablemente el más conocido en el país, que sucedió en el año de 1968 cuando el “Batallón Olimpia”, por órdenes presidenciales, acorraló a miles de estudiantes y civiles y comenzó a dispararles matando a cientos de ellos por el simple hecho de que exigían una democracia verdadera, justicia e igualdad para todos. O la matanza del jueves de Corpus (también conocida cómo “El Halconazo”) que tan sólo a tres años después del incidente en Tlatelolco, el gobierno una vez más, mandó a un grupo de paramilitares para deshacerse de estudiantes que se manifestaban, dejando más de cien muertos, lo que nos demuestra que el gobierno está dispuesto a cometer un mismo acto las veces que sea necesario, sin importarle si había sido acusado por lo mismo “un día anterior”. Otro caso fueron los disturbios de San Salvador Atenco en 2006, que nuestros representantes manipularon a través de los medios de comunicación, para ocultar la verdad de que 3500 policías de los cuales ninguno fue sancionado, agredieron físicamente alrededor de 300 civiles y detuvieron injustamente a 106 de ellos, aparte de ser acusados por violar a 30 mujeres, todo esto porque unos “rebeldes” defendieron a unas vendedoras de flores.

También esta el episodio ocurrido en el 2011 del paso deprimido en Mérida Yucatán, dónde la gente sólo por manifestarse en contra de una construcción innecesaria, fue golpeada y agredida para que pudiera ser construida la corrupta obra, lo que nos demuestra que no importa que tan tranquila sea tu ciudad o a que “estatus social” pertenezcas, cualquiera puede ser víctima de la violencia que nuestro querido gobierno aplica para mantenernos tranquilos. Ya en sucesos más recientes, está el famoso caso de Ayotzinapa, que a menos de que vivas en una cueva dónde tus únicas amigas sean las piedras, seguro ya debiste haber escuchado. Policías de la localidad “detuvieron” a 43 jóvenes de los cuales nunca se a vuelto a ver ni sus cuerpos.

Y así como estos acontecimientos, existen muchos más que pasan todo el tiempo, de los cuales ni nos enteramos. De esta forma quisiera aclarar que no debemos quedarnos sólo con una crítica exterior, ya que cómo buenos mexicanos estamos acostumbrados a echarle la culpa a los demás, y no a pensar en que nosotros mismos también somos parte del problema. Es necesario que nos comencemos a informar y a crear un poco más de empatía, no podemos vivir en nuestros mundos de colores en donde predomina la indiferencia. ¿De cuántos de estos casos en verdad conoces las causas y consecuencias? ¿De cuántos ya te habías olvidado? Si continuamos con esa memoria a corto plazo el gobierno continuará aprovechándose. No podemos permitir eso. La siguiente vez que escuches sobre una manifestación, te invito a que por lo menos investigues las razones por las cuales surgió dicha protesta y qué está haciendo el gobierno al respecto. ¿O acaso vas a esperar a que una agresión injusta te suceda a ti para empezar a unirte a la gente que necesita tu apoyo? El cambio depende de nosotros, alcemos la voz ante las injusticias y exijamos lo que nos es digno. Porque no nos interesa vernos más bonitos, nos interesa ser escuchados y conseguir un cambio, y que no se nos olvide que sin protesta, no hay democracia.


Santiago Trozzo Díez
Alumno de 3° de Preparatoria