lunes, 18 de octubre de 2021

 


 

– Flor de Luna –

 


Esta es la historia de la Luna y el Sol, 

Es pequeña pero deberás prestar atención.




Cuando de día era, el Sol controlaba todo lo que tenía vida, los animales se inclinaban ante él y las flores se estiraban lo más que podían para poder mirarle bien.


Una vez escondido el Sol, la Luna salía. Ella era más tranquila, lucía siempre como una efímera perla blanca y brillaba de la manera más relajante que jamás podría verse.

Una noche en la que la Luna decidió salir un poco más temprano, se encontró con algunas flores agachándose nuevamente, preparándose para relajarse después de un largo día bajo la luz del sol. 


La joven blanca decidió preguntarle a una de las estrellas de sus costados de dónde provenían las flores, ella le contestó que no estaba segura, pero dos noches atrás escuchó de un león que una estrella gigante les había ordenado nacer durante esa mañana.


Intrigada por saber más, la Luna le pidió a otra amiga que saludara a dicha estrella gigante de su parte, pero llegada la mañana le fue imposible acercarse.


Esperanzada y sin darse por vencida, pidió al mar que le ayudara a hablar con la misteriosa estrella. Siguiendo su orden, al amanecer, el mar se meció de lado a lado sin parar.


El Sol despertó al día siguiente y, sorprendido, hizo crecer un prado entero de lindas margaritas. La compañera nocturna notó su detalle y esa misma noche, el mar se encargó de empujar hasta la orilla todos los caracoles y conchas que tenía a su alcance, y las aves y los humanos se encargaron de acomodarlos de manera en la que formaran palabras, así comenzaron a hablarse.


Cada mañana los animalitos veían al Sol hacer crecer nuevas flores, y por la noche, los peces no paraban de formar palabras en el mar.

 

 

Dadas las 6 de cada tarde, el Sol se quedaba 5 minutos más y la Luna salía 5 minutos antes, El sol admiraba a la luna porque podía brillar sin opacar a los demás, y la Luna admiraba al sol porque podía emitir luz propia.


Un día decidieron verse a la misma hora, y cuando el día llegó a la mitad, los jóvenes compañeros presenciaron la imagen del otro. 


Por horas charlaron acerca de las maravillosas cosas que ocurrían cuando el otro no se encontraba: la luna le contó al sol de todas las estrellas que por la noche bailaban junto a ella, y el sol le contó a la Luna de los cientos de animales que jugaban por el día bajo él.

Al llegar la noche, la Luna llamó al mar para contarle lo que había ocurrido, pero éste nunca llegó. Es más, ninguno de los animales respondían a su llamado. Intentó hablar con los humanos, pero no pudo encontrar a ninguno de ellos.


Al amanecer y el Sol dejar caer su luz sobre el mundo, se encontró con una imagen horrible: las tierras se habían abierto, los hábitats de los animales habían sido destruidos, los mares se habían alzado hasta inundar los pueblos de los humanos y los volcanes habían hecho erupción. El sol le preguntó a un jaguar por lo que había pasado y este le respondió que ocurrió de un momento a otro, poco después de que la luna había aparecido en el cielo.


El sol le pidió al jaguar que se quedara despierto hasta que la luna hiciera presencia y le comentara lo sucedido. Haciendo caso, el jaguar se sentó bajo un fresno en el punto más alto de una montaña y esperó. Cuando llegó la Luna, el mensajero del Sol le contó todo lo ocurrido y la Luna, avergonzada por lo que había causado, decidió esconderse. 


Por cien años, el Sol no vio nada más que un cielo profundamente negro y lleno de estrellas que intentaban con todo su ser animar a la luna para que volviera a salir.


El sol, en un intento desesperado por llamar la atención de la luna, plantó miles de semillas en un prado cerca del mar para que así la luna los pudiera ver.


Las estrellas y los humanos llamaron a la luna al unísono para que volteara a ver el regalo que le había dejado el sol. Escuchando como todos llamaban por ella, la luna se volteó y vio las semillas de las flores saliendo de la tierra. 


Sintiéndose conmovida por el gesto del sol, la luna comenzó a llorar y sus lágrimas cayeron sobre las semillas, convirtiéndolas en bellísimas flores blancas, las cuales los humanos llamaron “flores de luna”.

 

(…)

 

Esta es la historia de la Luna y el Sol, 

Vistos deambulando, cada quien en su dirección.

 

 


Cuento elaborado por:

Ashley Alvarado Cervantes y Andrea Baeza Estrella


Alumnas de segundo año de preparatoria 

lunes, 4 de octubre de 2021

 



NUESTRO MÉXICO RESILIENTE 



Hace unos cuantos días me encontraba mirando las noticias acerca de lo que acontecía en el país. En mí detenida apreciación de los artículos no fue de extrañeza el encontrarme con el mismo tópico que suele envolver a estos casos informativos; caos, controversias, crisis, duelos, etc. Meditando un poco más al respecto me di cuenta que, al menos desde que hago uso de mi memoria, siempre ha habido una gran prominencia entorno a las crisis en el país, especialmente, las crisis entre los mismos ciudadanos. Entonces la incógnita surgió en mí cabeza tan rápido como una centella, ¿a qué de se debe todo esto?,  ¿por qué siempre reina la crisis y los problemas en México?, ¿será que nunca hemos podido estar de acuerdo los unos con los otros? 


Resulta que, en efecto, han sido contadas las ocasiones en las que hemos logrado dirimir, de manera exitosa, nuestras diferencias los unos con los otros. 


Estos problemas no son intrínsecos de nuestra sociedad actual, de hecho, parece que todas estas calumnias se remontan desde los primeros años de vida del México independiente. Y es que si fuera a describir esa etapa de nuestra historia usaría únicamente tres palabras: caos, revueltas y problemas, muchos problemas. 


Me parece muy interesante señalar ese paralelismo que existe entre la actualidad y aquellos años del México neonatal, pues tanto antes como ahora la vida en la nación ha estado constantemente polarizada, con la única excepción de que, en ese entonces, los dos bandos que estaban en constante conflicto, casi como perros y gatos, eran los tan sonados Liberales y Conservadores. Creo que las formas en la que nos enfrentamos hoy en día, uno cómodamente podría notar cierta reminiscencia entre los problemas del pasado y los del presente, pues, tanto antes como ahora, las partes en disputa tienen la particularidad de jactarse con tener la única y verdadera razón. No me quiero imaginar cómo discutirían Ignacio Comonfort y Antonio López de Santa Anna, vía Twitter, porque uno le presentó al otro el Plan de Ayutla, o los memes jocosos que los imperialistas y conservadores mexicanos harían en base a la estatura de su gran rival, el Benemérito de las Américas, Benito Juárez. Evidentemente son cosas que no suceden en la actualidad, ¿verdad? 


Y es que somos muchos los que clamamos acerca de que la situación en el país es alarmantemente precaria, lo que tristemente no es una mentira, pero dando un vistazo en la historia, creo que sería inestimable el considerar que en las aparentes derrotas y desgracias, logramos sobreponernos a la adversidad gracias a los esfuerzos y sacrificios de miles de mexicanos y mexicanas a los que la historia ha olvidado sus nombres.  Todos ellos dieron sus vidas, garantes de salvaguardar un futuro mejor en donde, lamentablemente, aún seguimos en constante riña los unos con los otros. 


El pueblo mexicano, sin duda alguna, es resiliente en toda la extensión de la palabra.


Pero, ¿de qué sirve tan basta fortaleza si todos los días seguimos en una eterna rivalidad los unos con los otros?, ¿qué valía tiene el sacrificio de miles de mexicanos si en cada mañana nos juramos el odio solo porque a algunos les gusta el verde, a otros el amarillo y a unos poco más el azul? No busco una utopía, pero busco un país en donde día con día seamos mejores amigos,  mejores hermanos, mejores padres, mejores maestros, mejores alumnos, mejores ciudadanos y mejores mexicanos. 


Exhorto a todos los mexicanos y mexicanas para que en este mes patrio meditemos sobre nuestra historia, desarrollemos un pensamiento tanto crítico como analítico e, indistintamente de nuestras discrepancias, fomentemos, tanto en nuestra vida personal como en la colectiva, estas ideas de respeto y tolerancia en pos de la búsqueda de un bien para las generaciones futuras, respetando nuestras libertades individuales y queriendo servir como un ejemplo positivo ante el resto del mundo. Esto acompañado de valores como los que San Marcelino, Jesucristo y Nuestra Buena Madre nos enseñan: Humildad, Sencillez, Modestia, y sobre todo, el amor a los demás.


Diego Emilio Blanco Flores.

Alumnos de tercer año de preparatoria.