Y también, hemos sido testigos de cómo ha cambiado la religión con más adeptos en el mundo, el cristianismo. La Iglesia Católica en sí, nace en el año 325 d.C. al autodenominarse esta “única, santa, católica y apostólica” en el Concilio de Nicea y aceptar la “Santísima Trinidad” como parte de las creencias de la institución.
Sin embargo, a lo largo de los años la Institución de Iglesia Católica se vio envuelta en una serie de escándalos la cual hizo que poco a poco la Comunidad Cristiana (creyentes de Cristo) se desmembrara, como lo fue el caso de Martin Lutero en el Siglo XVI, al lograr establecer la Iglesia Luterana.
Aún después de tantos años, la Iglesia Católica sigue siendo foco de controversia, todos conocemos el sonado caso del Padre Maciel o de los incontables padres que han sido acusados de pederastia y/o tener una familia oculta. O de la poca apertura de la Institución hacia la evolución en temas como la homosexualidad, los anticonceptivos o el divorcio.
Un ejemplo claro de la poca apertura de la Iglesia en nuestros días, fue lo sucedido la semana pasada en relación a la prohibición del esparcimiento o conservación de cenizas de seres difuntos por parte de familiares o amigos, además, se estableció, que estas deben ser depositadas en lugares aprobados por la Iglesia para su “propenso descanso” ya que al no hacerlo se considera que la dignidad de las cenizas del difunto no están recibiendo un trato acorde a su “fe católica”. Mucha controversia resultó de estas declaraciones siendo el principal argumento en contra que esto es sólo una técnica más para que el “negocio” de la Iglesia no muera. ¿Cierto? Quizá, pero eso es un punto para otra ocasión. En lo que debemos enfocarnos es de cómo la Iglesia, vuelve a cerrar el espacio al diálogo y sostiene una postura inamovible. ¿Acaso es necesario que las cenizas de un difunto estén en una cripta para que sean tratadas acorde a la fe? ¿Y si la última voluntad del difunto fue quedarse en casa o ser esparcido por el mundo, este no es un verdadero católico? ¿No se supone que Dios, al ser omnipresente, estemos donde estemos, permaneceremos con Él?
Jamás en la historia de la humanidad, se había contado con un número tan alto de personas ateas en el mundo. Según estudios del portal de investigación “Gallup”, el número de ateos aumentó de un 3% a un 13%. En ciudades como Londres, el número de ateos pasó de ser de un 25% a un 48% en tan sólo 3 años, rebasando por primera vez al número de seguidores de alguna religión. E inclusive en
México, un país profundamente católico, el porcentaje de fieles ha disminuido un 17% en los últimos 100 años.
Y el número de fieles no es lo único que ha disminuido, al igual que estos el número de sacerdotes es verdaderamente alarmante, siendo, según el Papa Francisco, 1 por cada 2939 feligreses. La Iglesia se está quedando sin pastores para sus ovejas.
Si bien, todos sabemos que el Papa Francisco desde su nombramiento le ha dado un “aire fresco” a la Iglesia, la realidad es que aún queda mucho, MUCHO por hacer.
¿Cuál sería la solución entonces? Una palabra, evolución. La Iglesia debe empezar a dar oídos a temas REALES Y ACTUALES (¿O acaso creen que el tema de las cenizas era un problema que caía en esta descripción?), debe comenzar a ver la parte gris en el mundo y no solamente el contraste blanco/negro y comenzar a tomar medidas en el asunto, mediadas que no sólo lograran que la Iglesia se modernice, sino que lograra la reaceptación de personas que simplemente perdieron la fe, NO EN DIOS, sino en la Iglesia. Reformar políticas de celibato, incluir a mujeres en el sacerdocio, considerar aceptar la adopción entre parejas homosexuales y mucho más, son temas de los cuales se necesita, no sólo discutir, sino tomar acción. Porque “Tiburón que no nada, se ahoga” y si la Iglesia no comienza a nadar….
Mauricio Acuña
Alumno de 3° de Preparatoria