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jueves, 3 de marzo de 2022

Disciplina, Hábitos y Responsabilidade

 





Disciplina, Hábitos y Responsabilidades


Cuando uno escucha estas tres palabras piensa que son completamente diferentes tanto en nombre como significado, pero la realidad es que estas tres van tomadas de la mano,caminan y se hacen juntas.
Pensaran que la “disciplina” es algo que solo los soldados tienen o algún equipo especial en un área específica, que los “hábitos” son cosas qué haces diariamente o cosas normales, y que las responsabilidades son algo que otra persona te impone y no te queda de otra más que obedecer. Pero la realidad es distinta, primero que nada hay que deshacernos de esa mentalidad partida en tres, deshagamonos de las ideas que tengamos de estos tres conceptos y empecemos de cero. Al hablar de disciplina no solo abarca un buen comportamiento si no que de un mundo extenso de acciones, ya sea tener disciplina en los estudios, entrenamiento o en general con las actividades que realizas día a día, pero a todo esto se le suman los hábitos y las responsabilidades, tomemos como ejemplo a un estudiante, una de sus muchas responsabilidades es estudiar sus materias, el estudiante tiene que mantener la disciplina de seguir estudiando cada cierto tiempo de una manera constante, lo cual con el paso de los días se convertirá en un hábito muy beneficioso.

Dicho todo eso la disciplina termina siendo como un ajuste de actitudes que se encamina a lograr la secuencia de desarrollo de una determinada actividad propuesta por ti y lograr un resultado positivo lo más rápido posible de acuerdo a tus necesidades.

Pasando a los hábitos se puede decir que son conductas que repetimos muchas veces hasta que forman parte de nuestras actividades diarias y justo de esta manera, luego de un tiempo, los hábitos se vuelven automáticos como el pan de cada dia.

Al final la responsabilidad termina siendo un valor y una práctica ética al mismo tiempo, ya que impacta en todos los aspectos de la vida ya sea de forma familiar, académica, laboral o ciudadana. Una persona responsable cumple con sus deberes de manera oportuna y eficiente, retomando por ejemplo al estudiante de hace unos párrafos, el es responsable pues lleva a cabo sus tareas y objetivos académicos de la mejor manera posible.

De esta manera concluimos viendo que estas tres son algo que uno hace, puede ser algo obligatorio, algo frecuente o algo que uno desea hacer, de esta manera nos enteramos de la semejanza y es que son cosas que uno si no hace por su cuenta no pasan. Un estudiante no estudia si no quiere, un empresario no invierte diariamente si no quiere, una persona no lava sus dientes si no quiere. El querer formar parte del concepto de ser humano, así como el no querer, la cosa está en ti para formar parte de ese grupo reducido que quiere hacer las cosas bien, creando hábitos por medio de la disciplina, que sale de él ser responsable.

Gonzalo Moreno Ricalde

Alumno de segundo año  de preparatoria

lunes, 1 de octubre de 2018

Y pare usted de contar, hoy respiramos, mañana dejamos de respirar…



El suelo que piso todas las mañanas, tardes y noches, en algunas ocasiones parecería ser que tiene una habilidad especial para lo trágico y lo desolador, pero no dejemos de tomar en cuenta la naturaleza de la gente que vive a nuestro alrededor, gente trabajadora, cariñosa, generosa y paciente. Siempre he pensado que lo mejor que tiene éste país es su gente, esto quiero que lo tengan muy presente.

Pero desgraciadamente, el capítulo del cual hablaré hoy, no es más que un recordatorio de lo cruel que puede llegar a ser el hombre con su prójimo, lo egoístas, despiadados y desconsiderados que podríamos llegar a ser cada uno de nosotros, yo no quiero causar desaliento con lo que voy a expresar en este espacio, solo quiero una cosa, no olvidar jamás y siempre tener en nuestras cabezas y en nuestros corazones a las personas que lucharon por los motivos hoy nos da miedo pelear.

En nuestro país el año de 1968 parecía demasiado bueno para ser verdad, un país en vías de desarrollo, con algunos destellos de llegar a ser una potencia mundial, se presentaba la gran oportunidad que estas tierras habían esperado, ya que los Juegos Olímpicos eran el boleto dorado de nuestra madre patria para demostrarle al mundo su grandeza y hermosura, pero como un niño que se cae en un parque y se pone a llorar, llegó la tragedia casi como acechando desde las sombras. 

La sociedad mexicana estaba lejos de estar conforme con el sexenio el cual trascurría en esos años, revueltas de ferrocarrileros, obreros, trabajadores de campo, y sí, estudiantes, estaban siendo controladas meticulosamente una a una como un niño matando hormigas. Pero había una hormiga que no dejaba de salir, siempre tratando de picar al gobierno de nuestro país.

El movimiento estudiantil del 68, fue uno de los movimientos sociales más recordados de nuestra historia, como dice su nombre, constituido mayormente por jóvenes en etapa de estudios, alumnos de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Politécnico Nacional, el Colegio de México y diferentes instituciones de educación media superior y superior que residían en la capital de nuestro país. Aunque en su mayoría este movimiento estuvo constituido por estudiantes también participaron comerciantes, obreros, amas de casa, intelectuales, profesores y personas de diferente índole que estaban inconformes con lo que estaba sucediendo.

El gobierno mexicano lo vio como una amenaza revolucionaria en toda regla, un movimiento de ideales comunistas y terroristas, el cual criminalizó y reprimió hasta que el fatídico 2 de octubre de 1968, el gobierno en curso tomó acciones definitivas. El mitin que todos recordamos se celebró en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, más de mil personas reunidas por una causa. La manifestación en dicha plaza, ya estaba a punto de concluir, cuando un destello verde se alzó sobre las cabezas de toda la multitud y como un despertar súbito de un sueño turbio, empezaron los disparos. El pánico y la tragedia se apoderaron de todo lo largo y ancho de la Plaza de las Tres Culturas y ya no había nada que hacer, el crimen se había cometido, el gobierno los había traicionado, sus vidas les habían sido quitadas y sus derechos humanos violados.

Pero, ¿por qué al ser un episodio tan trágico, existe la necesidad de recordarlo?, siempre he pensado que cuando el hombre empiece a olvidar, todo estará perdido. Soy un joven de 17 años y este hecho sucedió muchos años antes de que yo naciera, y, aun así, aquí estoy, rememorando y haciendo justicia con la palabra. Aunque no haya conocido a estas personas, ni presenciado estos sucesos trágicos y sólo los conozco por noticias en televisión, diversos artículos que he leído y documentales que he visto, los llevo en mi corazón, porque igual que ellos, estoy inconforme con lo que me ofrece mi país e igual que ellos, estoy dispuesto a luchar por los derechos de mis seres queridos y los míos propios.

El 2 de octubre de 1968 fue un día de sangre y lágrimas, hoy lo vemos como casi una lejana pesadilla, pero en mi humilde opinión hay que llevar esta fecha grabada en la piel, no solo por el simple hecho de respetar la memoria de esas personas que les arrebataron la vida, arrebataron la salud o su sanidad mental, por el hecho de que esto es un claro ejemplo que hay que estar unidos nosotros, los ciudadanos mexicanos, si de verdad queremos cambiar nuestra sociedad.

Yo exhorto a las personas que me están leyendo, a que, si no conocen este episodio de nuestra historia, investiguen, se informen y día con día luchemos poco a poco, con la motivación de que los jóvenes y todos los que participaron en este movimiento puedan descansar tranquilos, siendo conscientes de que su lucha no fue en vano y sus muertes, heridas y traumas no fueron ignoradas por sus hermanos mexicanos.


Antonio González Maldonado