lunes, 14 de noviembre de 2016

El que no transa, no avanza


¿Qué pensarías si te dijera que México es el país más corrupto del mundo?
Así es, según el Foro Económico Mundial sitúa al país mexicano en la decimotercera nación más corrupta del mundo; sin embargo, excluyendo a los países menos industrializados de la lista, México se encuentra en la cabeza... Y es que podría asegurar que muchos de ustedes no se encuentran sorprendidos y es ahí donde se encuentra la problemática.


 Pero antes que nada, hay que definir qué es la corrupción. La corrupción es un acto ilegal que ocurre cuando una persona abusa de su poder para obtener algún beneficio por sí mismo, para sus familiares o para sus amigos, y requiere de la participación de de dos actores: uno que su posición del poder ofrezca algo valioso y otro que esté dispuesta a obtenerlo.


Dicho lo anterior, pareciera que la corrupción se ha convertido en un concepto y acción que, con el paso del tiempo, ha logrado colarse en nuestra cultura. Vamos, el mismo presidente Enrique Peña Nieto mencionó en una entrevista y cito Yo siento que hay un tema cultural, lamentablemente, que ha provocado corrupción.
 ¿Qué ha hecho la comunidad mexicana ante estos impactantes índices y declaraciones? Asentir y, por primera vez, estar de acuerdo con su líder nacional.


Pero, ¿por qué la sociedad mexicana ha reaccionado de esa manera ante tan delicado tópico? pensaran países de primer mundo y potencias económicas .
¡Porque es algo que, dado a su cotidianidad, se ha tornado una costumbre; tanto un problema endémico como una realidad tan cierta que, el simple hecho de cuestionarla y /o confrontarla, se nos hace inútil! Y esto se puede observar de dos maneras.


 Primeramente, desde un punto de vista general y, de cierta manera, “alejado” a nuestras actividades ordinarias sin olvidar que afecta directamente a nuestra economía como asalariados ; me refiero a noticias que resuenan en la República Mexicana día con día. Y es que podría mencionar millones de ejemplos que han acontecido a lo largo de nuestra historia pero, no nos vayamos tan lejos.


El ex-gobernador de Veracruz, Javier Duarte, desapareció 645 millones de pesos a través de empresas fantasmas; empresas fantasmas cuyos dueños desconocían que eran de su adquisición ya que habían firmado documentos sin saber la razón. Ante dichos acontecimientos, se establece una investigación que motivó que don Javier Duarte huyera del país, sin mencionar que se encontrará, posteriormente, indicios de relación en esta red de corrupción con el presidente de México sí, el mismo que dijo que la corrupción es un problema en la cultura mexicana .

 ¡Aún más cerca! La corrupción en Yucatán mantiene un índice tan alto, que se han detenido la construcción de hospitales y otros servicios públicos básicos y necesarios para la comunidad yucateca. Así como casos específicos de corrupción en la Fiscalía de Yucatán y gasolineras.


¿Y qué tal de el escándalo OHL? O de la “Casa Blanca”; la “otra casa” de Luis Videgaray; Moreno Valle y grupo HIGA; Guillermo Padrés Elías y los uniformes escolares; Sempre y Luis Téllez; el caso oceanografía; Walmart en Teotihuacán; HP y Pemex; Elba Esther Gordillo y el sindicato de maestros; la “suavicrema”... digo, la lista es interminable.

 Y segundo, desde un punto de vista interno, periódico y llegando a un punto habitual dentro de las actividades de nuestras vidas.
Pareciera que la corrupción se ha convertido en el aceite de la maquinaria económica mexicana y un factor indispensable para que las cosas funcionen; y esto se origina a que todos nosotros, al menos una vez en su vida, han practicado la corrupción.


Y no, no me refiero al robo de miles de millones de dólares en construcciones banales e innecesarias o, “inversiones” a asociaciones cuyas direcciones terminan siendo terrenos baldíos.
El concepto de corrupción se ha agravado en consecuencia de los últimos hechos de nuestra historia, hasta tal punto en el que la sociedad ve pequeños actos de corrupción
que ha pesar de ser menores, sigue siendo corrupción como una percepción insignificante, nula o hasta positiva.


Es más, podría atreverme a preguntarte ¿acaso nunca has dado “mordida” al agente de tránsito para que no se lleve tu auto al corralón o para evitar ser infraccionado o detenido? ¿Acaso nunca has guardado silencio o fingido demencia cuando el maestro te pregunta quién fue el que rompió la mochila del compañero, y todo para apoyar al culpable? ¿Acaso nunca le has dado privilegio a algún familiar o amigo cuando se otorga algo? ¿Acaso nunca has chantajeado a alguien para obtener provecho?

Exacto.


Ahora, la verdadera pregunta; el fundamentalismo del cambio...
¿De qué manera se puede solucionar la corrupción?
Desde un punto de vista general, se debe modificar la ley de contratos del Estado y Sector Público; exigir transparencia radical, total y digital de la información pública; aplicar incentivos a las denuncias judiciales serias, sin juicios mediáticos paralelos; independencia y potenciación de la auditoría pública; implementar más jueces y más recursos judiciales contra la corrupción; Inspección fiscal-laboral y guerra total a la economía sumergida; financiación real de los partidos políticos; reducir los cargos públicos e incrementar la retribución y asunción de mayor responsabilidad; fomentar y premiar buenas prácticas de administración pública; entre otras soluciones.



Sin embargo, es algo alejado a nuestra realidad como estudiantes o no cercanos al sector público y político. Por nuestra parte, podemos hacer el cambio, primeramente, en nosotros mismos ¿cómo? Evitando actos comunes de corrupción que estén en nuestro alcance día con día.


Y es así como podremos eliminar el vergonzoso distintivo “el que no transa, no avanza”. 


Ma. José Álvarez Villanueva
Alumna de 3° de Preparatoria 











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