¿Para qué?
¿Para qué?, esa es la pregunta que muchos nos hacemos por diversas razones o situaciones en nuestra vida cotidiana, ¿para qué esforzarme? ¿cuál es el punto? ¿realmente lo vale? Creo que la mayoría de las personas nos enfrentamos todos los días con estás preguntas y considero que son dudas válidas, ya que muchas veces, por más que hagamos el mayor esfuerzo posible las cosas no resultan ser como las esperamos. Sin embargo eso no quiere decir que esté mal, porque realmente no somos nadie para saber qué es lo correcto y que no lo es, tampoco podemos saber si lo que estamos haciendo nos llevará a dónde queremos estar.
Esto no es algo malo, simplemente es la vida; es la forma en la que funcionan las cosas. El hecho de que algo no haya salido como lo esperábamos no quiere decir que fracasamos, qué no podemos o que no somos capaces de lograrlo, lo que sí significa es que estás cada vez más cerca de lograrlo.
Tenemos que ser inteligentes, tenemos que decidir si las cosas nos van a afectar para bien o para mal. Pero ¿qué significa esto de afectarnos para bien o para mal? pues sí, la respuesta es como decidimos tomarnos las cosas. Puede que nos haya ido mal la primera vez y que no hayamos logrado o alcanzado nuestra meta. En esta situación tenemos dos opciones, volverlo a intentar y no cometer los mismos errores que cometimos la primera vez, o rendirnos, no volver a intentarlo y cerrarnos a la posibilidad de nuevas opciones para lograrlo. De la misma manera, hay ocasiones que vemos que otras personas no se esfuerzan tanto como nosotros y logran los resultados que nosotros buscamos desesperadamente. Y es fácil criticarlos, o decir ¿por qué ellos sí y yo no?, pero la realidad es que no sabemos de sus batallas, no sabemos su situación en casa, no sabemos si están bien emocionalmente o lo que tuvieron que hacer para lograr sus resultados. Pero no somos quienes para juzgarlos; cada quien libra sus propias batallas como puede y nadie debería de ser criticado por la forma en la que lo hace.
Así que cuando sintamos que nadie más está siguiendo las reglas, que nadie más hace lo correcto, pensemos en el hecho de qué nosotros estamos haciendo las cosas cómo deben de ser, como se nos piden hacerlas y que estamos cumpliendo con nuestro deber. Eso debería de ser más que suficiente para nosotros.
Quiero terminar con una frase de Confucio, el filosofo chino que dice “No importa lo lento que vayas mientras no te detengas”.
Fedra Padilla García
Alumna de Tercero de preparatoria
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