Es durante el proceso de colonización española que el término indio empieza a convertirse en la palabra que hoy conocemos. Una de las formas de someter a las comunidades con las que se encontraron fue humillándolos por su forma de vida, sus orígenes y su cultura. Los españoles le dieron a la palabra que usaban para definir a los indígenas un trasfondo peyorativo y denigrante, que no sólo magulló profundamente el orgullo e identidad de los primeros grupos humanos sino que marcó también una fuerte aversión hacia los nativos. La palabra poco a poco se fue convirtiendo en un insulto utilizado hasta hoy.
En la actualidad escuchamos la palabra indio acompañada de palabras no muy agradables casi todos los días. Usado como adjetivo o sustantivo pero siempre despectivamente, toda clase de personas recurren a esta palabra. La utilizamos para referirnos a alguien ignorante, maleducado, de una clase social inferior o como sinónimo de naco. ¿Cómo puede el significado original de la palabra convertirse en algo discriminatorio y denigrante?
Al utilizar la palabra indio como insulto estamos incurriendo en una falta grave, que demuestra no sólo nuestra ignorancia y nuestra falta de vocabulario, sino una actitud discriminatoria. El “indio” por el simple hecho de ser indígena no es ignorante, no es maleducado, no es alguien inferior. La palabra indígena no tiene ninguna connotación negativa, mientras que cuando decimos indio asumimos una posición racista con la intención de ofender a la persona o grupo humano al que nos dirigimos. Estamos hablando de un fenómeno social muy amplio en el que básicamente percibimos a los indígenas como gente inferior, o negamos simplemente que están ahí. Esta idea nos permite ofender a los demás comparándolos a ellos.
No debemos olvidar que a final de cuentas, en realidad, todos somos indios. Todos somos parte del mismo legado cultural de nuestros antepasados, cuya expresión se encuentra en todos lados, y la tenemos muy presente en Yucatán. Pretender usar el término para ofender o sobajar habla del rechazo y discriminación a uno de los sectores más ignorados y olvidados de nuestro país, que posee la riqueza más grande en cuanto a cultura y tradiciones; de la falta de tolerancia ante la diversidad cultural, tan importante y tan preciada para muchos de los mexicanos; de la falsa ilusión de superioridad que muchos tenemos por el simple hecho de parecernos más (física o culturalmente) a los conquistadores que a nuestros verdaderos ancestros.
Por lo tanto, lo mejor que podríamos hacer es entender los verdaderos significados de las palabras y optar por utilizarlas de forma correcta. La única manera de progresar como sociedad es mediante el respeto, la tolerancia y la solidaridad, sobre todo con aquellos que creemos tan diferentes a nosotros. Como jóvenes, no usar términos ofensivos y denigrantes como burla hacia nuestros semejantes nos haría no solo mejores personas, sino que al entender el trasfondo de este fenómeno nos volvemos un poco más conscientes de los problemas que viven los miembros de esta minoría y con suerte, un poco más empáticos.
Karla Sofía Patrón
Ex alumna del CUM